[A por ellos] "El capitán de la Copa para siempre", por Mikel Recalde

0

Asier Illarramendi, una carrera deportiva para calibrar la dimensión de la Real. Unos colores que siempre ha llevado en el corazón, a pesar de que su decisión de jugar en el Madrid y el momento en que la adoptó le convirtieron en una presa fácil para los puristas, rencorosos y los que demuestran escasa capacidad de comprensión y empatía (cada cual a su gusto, totalmente respetable). Cuando aparece un mirlo blanco en Zubieta, y a pesar de los enormes esfuerzos del club por controlar el alcance de su irrupción, no tarda en trascender y en llegar a los oídos de los que vivimos y trabajamos en el entorno txuri-urdin. “¿Has visto cómo juega el rubio?” o “viene un rubio que es un fenómeno”, no tardó en propagarse de boca en boca como la pólvora, creo recordar que sin haberle visto jugar antes llegó el Mundial sub-17 para el que fue convocado por mi apreciado Juan Santisteban. Era una generación impresionante, con Bojan Krkic a la cabeza, hasta el punto de que Illarramendi era habitual suplente porque jugaban Camacho y Fran Mérida, con Iago Falqué por delante. Uno de los enviados especiales es un íntimo amigo mío y me contó una anécdota buenísima. Y es que por aquel entonces, en las fases finales de los torneos, los seleccionadores solían acabar todos los entrenamientos ensayando los lanzamientos de penaltis. En las más de tres semanas que estuvieron en Corea solo hubo un jugador que no falló ninguna vez desde los once metros y fue Asier. El pobre fue el elegido para ejecutar el primero de la tanda, el más importante, pero se le escapó fuera su disparo raso al intentar ajustarlo demasiado. Una cicatriz para toda la vida. Mi excompañero regresó argumentando que no le convencía demasiado el mutrikuarra, pero yo, que había hecho muchas categorías inferiores, le repliqué que no tenía nada que ver y que en Zubieta estaban como locos con el centrocampista: “Una cosa es la Real y otra la selección con los mejores de cada equipo”. Por eso me llama especialmente la atención para bien que dos de los mejores de la actual sub’17 sean el central Jon Martín y el desdichado extremo Dani Díaz, que se ha roto la rodilla (ánimo chaval, eres muy joven, volverás mejor y más fuerte). Porque entre todo el oro puro que había en aquel vestuario del subcampeón mundial en 2007, solo De Gea y Nacho han hecho más carrera y se han mantenido tantos años con éxito en la elite como Illarra.



18

La carrera de Illarra, en imágenes
N.G.

Asier nació en Mutriku, en las casas que están encima del campo de San Miguel en el que unas navidades vi a Dramé sacar de banda sin balón porque lo había perdido en el aire al golpearlo con uno de los banquillos. Illarra tenía muy claro que quería cumplir su sueño de ser futbolista y el de Xabi Prieto de jugar en la Real. Desde su balcón veía siempre entrenamientos y partidos y se empecinó con horizontes de grandeza, como Matt Dillon en su personaje en la estupenda película Bésame antes de morir, en la que se obsesiona con la empresa de los trenes que veía pasar desde la ventana de su casa y acaba seduciendo a las hijas de su dueño. Precisamente fue en ese campo donde le entrevisté por primera vez junto a Iñigo Martínez. Un reportaje precioso, que hoy en día estaría perseguido hasta la encarcelación por la Santa Inquisición que solo vela por la comodidad y los caprichos de los futbolistas. Incluso subimos hasta la discoteca Venecia para sacarles unas fotografías con la playa de Saturraran de fondo. Lo recuerdo como si fuese ayer. Eran como la noche y el día. Aunque solo cinco kilómetros separan Mutriku y Ondarroa, uno, Illarra, el prototipo de guipuzcoano, discreto, tímido y midiendo todas sus respuestas, y el otro, tan echado para adelante que parecía del centro de Bilbao, donde ha vivido estos últimos años. Al acabar con el típico test les preguntaba a ver quién iba a ser la estrella de la selección en la siguiente década. “Pero mójate, hombre, que no pasa nada, yo ya he dicho que Isco”, le vacilaba el central. Ese fin de semana marcó desde el centro del campo en Anoeta, pero un doblete de Llorente les condenó a la derrota en su primer derbi. 

Después llegó la despampanante irrupción del centrocampista, cuando pasó de diamante por pulir a estrella de la Liga, y su timidez fuera de los campos se transformaba en un auténtico director de orquesta con frac y una personalidad encomiable en el verde. Una tarde camino de la Champions, con un triunfo 1-2 en Zaragoza, hubo un momento que me paré en La Romareda, le miré a Angel López de MD y le dije: “Lo de Illarramendi es un auténtico escándalo, está en todos lados y juega más que nadie. Lo hace todo bien”. Puedo decir que he visto a pocos jugadores con la txuri-urdin alcanzar ese nivel. El problema es que llegó tan en forma al Europeo sub’21 del verano que el patito callado de Corea se convirtió en un impresionante cisne. Su campeonato asombró de tal manera a Europa, que Florentino movió ficha rápido y se lo llevó al Bernabéu. Todavía recuerdo que Aperribay le hizo presentarse en la vuelta al trabajo en Zubieta ante una entregada, ilusa y engañada afición, a pesar de que había hasta firmado un seguro por si le pasaba algo que rompiese su contratación por el Madrid. Ese día no pasé miedo, pero sí estuve inquieto debido a los nervios de la hinchada porque en la portada del NOTICIAS DE GIPUZKOA confirmábamos su adiós. 

Asier también lloró mucho en la rueda de prensa de despedida. Algo dentro de él no estaba tan convencido de su marcha y en Madrid no lo pasó bien. Nunca se adaptó y lo entiendo, porque no es fácil integrarse en otra galaxia. No solo es jugar de cine al fútbol, triunfar en la Casa Blanca exige muchas más cosas. Y Asier quizá todavía no estaba preparado. En unos pocos meses pasamos de frotarnos los ojos viéndole flotar sobre el campo a sufrir al comprobar que la caverna merengue le despellejaba sin compasión por ser un blanco fácil. Cuando ya no pudo más, dos años después que probablemente hubiese sido el tiempo de maduración ideal para retrasar con garantías su aterrizaje en un gigante, optó por regresar a la Real declinando una propuesta económica bastante más cuantiosa del Athletic (pocos o ningún realista le ha dicho tantas veces que no al vecino). Su nueva dimensión en su vuelta tenía la evidente influencia en todo de su pasado en un Real Madrid y Aperribay lo catalogó como “un fichaje estratégico”. Cuando ya estaba cerca de su flamante nivel, aparecieron las lesiones. Primero la de Valencia y después la más grave de Bilbao, en el momento en el que Imanol comenzaba a levantar su proyecto alrededor de su batuta. Luchó como nadie para volver y dos años después regresó a un equipo que había dado un enorme salto de calidad. A pesar de sus limitaciones, se subió en marcha aunque sus compañeros iban como aviones. 



41

Emotiva despedida de Asier Illarramendi
Juan Herrero/Efe/Real Sociedad

Se puede decir que su temporada ha sido buena, con titularidades en noches muy importantes y que ha cumplido siempre. En este sentido, poco se le puede reprochar. Illarra ha sido y es un canterano extraordinario y brillante, además de un capitán histórico y ejemplar. Entiendo la crítica por su marcha al Madrid (respeto todas las opiniones, aunque para mí ya debería haber prescrito), pero nunca jamás la de que cobraba mucho durante su convalecencia porque vino perdonando y perdiendo dinero. Como persona, un tipo sensacional y cercano, de los que tiene muchos detalles que no trascienden. En su lacrimógena y emocionante despedida, lanzó una frase que pasó bastante inadvertida y me dejó confuso: “Me gustaría disfrutar de unos años más aquí…”. Yo creo que podría aportar tanto deportivamente como, por supuesto, en el vestuario. Como admirador y socio, me da rabia que (esperemos) vaya a ver pasar dos veces el tren de la Champions con la Real y al final se quede sin subirse y gozarlo. Ahora sí que entra en una nueva y desconocida dimensión al salir de Anoeta con 33 años, para la que hay que tener mucho valor. Lo fácil era quedarse en su zona de confort, pero él quiere aprovechar el ocaso de su carrera con un papel protagonista en el campo. Totalmente entendible. Yo solo te puedo decir que te vaya bonito, para mí siempre serás el hincha lisiado que no pudo ver los minutos finales de la final y el capitán que levantó la Copa para siempre. Eutsi Axi! ¡A por ellos!

source

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *