Cada aficionado lleva el duelo de la derrota como puede. Yo siempre defiendo que las grandes alegrías, que desgraciadamente en un club terrenal como el nuestro suele haber pocas, hay que celebrarlas a lo grande. Dejarse llevar para, siempre con respeto máximo al rival y a los presentes, dar rienda suelta a tu felicidad. Que nunca sabes en cuánto tiempo vas a poder disfrutar de otro momento de plenitud balompédica.
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Le podía haber pasado a cualquiera. La familia Novoa sigue padeciendo un auténtico calvario después de que le cambiase la vida por completo el pasado