Hace unos meses, este periódico sufrió un agresivo ciberataque que sembró el pánico. Uno de esos momentos en los que ves los rostros desencajados y te das cuenta de que la cosa va muy en serio y no tarda en sonar la temida frase límite de “igual no podemos publicar mañana”. Evidentemente no hay cosa peor que pueda suceder en una redacción. Bueno, sí, el cierre. La muerte. El caso es que para protegernos ahora estamos obligados a cambiar de contraseña cada muy pocas semanas. Y no se crean, tiene su miga. Entre signos, letras, números y poner algo que tenga sentido para no olvidarlo a los pocos segundos tras la lógica euforia porque el maldito sistema ha tenido a bien aceptarla, puedes perder bastante tiempo con el consiguiente y creciente mosqueo que vas generando durante un proceso que debería durar un minuto como mucho. Esto sin entrar en que un tipo disperso y despistado como yo puede perder la cabeza literalmente porque tengo más de quince contraseñas distintas y que, por supuesto, soy un abonado a liarlas parda y bloquear accesos porque no tengo ni la más mínima idea ya de cuál corresponde a cada sistema. De locos.
En el periódico siempre me ha gustado poner nombres de jugadores de la Real con algún toque especial (que nos conocemos, malandrines, y queréis surcar mi espacio vital eh). Hace unos meses (ya no la tengo) puse el nombre de Takefusa Kubo (sé que mi nombre es muy largo, dijo el cachondo en el vídeo de presentación en el chat de la plantilla realista). En lugar de poner su dorsal 14, con el que sería más fácil recordarle, se me fue la olla y puse 10. Y creo que mi subconsciente dio en el clavo. El japonés es un futbolista 10. Un genio que marca las diferencias con su capacidad para desequilibrar y su tenaz constancia y un peón que trabaja y se esfuerza en la presión como si fuera un obrero más o un soldado raso. Además, en una plantilla sobreexpuesta físicamente se cuentan con los dedos de la mano los partidos que se ha perdido por lesión (toco madera). Nos encontramos ante un superdotado físicamente que está disponible cada tres días, dispuesto a surcar los mares por su banda. Muchas veces observamos desde la lejanía a los Modric, Kroos y compañía que durante más de una década no han bajado nunca su rendimiento a pesar de tener que competir dos veces por semana. Es más, como solía decir Zurutuza, cuando le coges el truco, hasta prefieres jugar más partidos en lugar de entrenar entre semana en Zubieta. Pero no todos aguantan, claro.
Lejos y apagadas quedaron las exageradas voces críticas cuando estaba a punto de fichar por nuestro equipo, porque su extraordinario rendimiento nos deslumbró a todos desde su estreno con aquel gol de la victoria ante el Cádiz a pase de Mikel Merino. No parece admitir la más mínima discusión. Bueno, qué digo, en las últimas fechas han aparecido bastantes discrepancias que le acusan de ser demasiado individualista. El talento nunca se libra de la sospecha, si no que se lo pregunten a Barrenetxea, al que muchos acusaron de no tener nivel para la Real y ahora defienden que no tenemos nada que hacer contra el PSG si no se recupera a tiempo. El pobre donostiarra estaba convencido de que iba a jugar ante el Mallorca y ya es seria duda para la vuelta ante el PSG. Parece una nimiedad, pero su ausencia también influye directamente en el rendimiento de Kubo, porque sin el canterano, uno de los puntas del tridente se vuelve indolente y previsible y como del desastre del ariete central es recomendable para nuestra salud no volver a hablar demasiado, la consecuencia es que los rivales preparan un plan especial para anular al nipón.
Resulta curioso que algunos cuestionen el nivel o más bien la aportación del oriental cuando es de los que nunca se esconde, no deja de intentarlo una y otra vez aunque no le salga o no tenga una buena noche. Seguro que a Take le pilla la inspiración trabajando, como solía decir Picasso.
En realidad es más viejo que el propio fútbol fiscalizar con lupa al jugador de más calidad. Si le pasaba a López Ufarte hasta que Toshack le fulminó por celos y porque venía Txiki Begiristain por detrás, con el que se podía haber entendido y adaptado perfectamente. Porque si dos magos zurdos no encajan en sus planes, igual el problema es más del entrenador que de los propios jugadores. El propio Petit Diable contaba en una entrevista en El Mundo una curiosa anécdota relacionada con el carácter de los futbolistas: “Había un entrenador, Javier Expósito, que nos preguntaba quién era el jugador más valiente del equipo. Muchos decían que Satrústegui e Idígoras, pero él respondía que el más valiente era yo, porque iba al regate, me daban patadas, pero volvía a hacerlo sin miedo”. Que se lo digan a Xabi Prieto, al que acusaban de flojo y que en los años previos al descenso y en duelos de máxima tensión demostró tenerlos más grandes que el caballo de Espartero al no dejar de pedir la pelota mientras al resto le temblaban las piernas.
Jorge Valdano declaró en una entrevista para Real Madrid Televisión que él le daba el mismo estatus a Butragueño que a Maradona en la selección. “Lo primero que hago siempre es comprobar si se la puedo pasar”. Este es el caché actual de Kubo en la Real, al que todos buscan para darle el balón porque saben que el genio es capaz de conceder más de tres deseos por partido. Su juego es como las contraseñas, tan codificadas que son indescifrables porque nunca sabes por dónde va a salir. El japonés tira del carro como ninguno para buscar horizontes de grandeza. Ahora lo hará para rescatar y resucitar a la gran Real de Imanol. Esa que le ha catapultado a la categoría de estrella mundial. ¡A por ellos!