Repetimos. Mensaje para los no iniciados, los malpensados, los pesados, los metomentodo y los quejicas. Bueno, y en general, para todo el planeta de los ofendiditos. Los absurdos y prescindibles recursos de Aperribay desviaron el foco de lo realmente importante del atropello que ha sufrido la Real por parte de la Federación y de la Liga, que ha asistido muy calladita desde la barrera sin abrir la boca para que nadie les señale por ser el verdadero culpable de todo al confeccionar unos calendarios sin ventanas para fijar partidos aplazados por una imprevista fatalidad como la terrorífica dana. Lo increíble de todo no es verse obligado a caminar por el alambre de la alineación indebida para superar a un adversario amateur, lo más grave es que mientras un equipo se ha pasado dos semanas preparando a conciencia uno de los partidos del año, el otro solo ha podido ejercitarse una vez al completo. Solo una pregunta para zanjar el tema: ¿se imaginan la situación al revés? Yo no, porque nunca jamás habría sucedido.
Y ya está. Como dice Imanol, sin excusas. El técnico dejó claro que jamás se escudará en lamentos, aunque, con personalidad y siendo plenamente consciente de sus palabras, señaló que la situación es muy diferente a la que se esperaba para jugar contra el Jove y, sobre todo, en la previa del derbi.
El hecho de que el vecino se sintiera señalado cuando nadie de la Real quiso cambiar el horario del partido, tal y como reconocen en la misma federación, y la posterior reacción de su sector más agresivo y talibán, ha provocado que el ambiente llegue enrarecido. ¡Qué raro cuando se celebra el encuentro en San Mamés, ya verán cómo a la vuelta todos volvemos a ser amigos y hasta hermanos! Ya hemos visto que en la actualidad está muy de moda elaborar un pretencioso relato basado en bulos que nadie se preocupa en confirmar. Ni tampoco en desmentir, que lo podían haber hecho perfectamente los dirigentes de su propio club. El silencio delata…
Pero yo abogo por que impere la cordura y la calma. El derbi llega en un momento extraordinario para ambos clubes, como lo acredita que son los dos representantes de la Liga en la Europa League. Ambos están muy bien colocados en el vagón que persigue a los, muchos años, inalcanzables gigantes. Pero me quedo con el ambiente. En los tiempos en los que los ultras vuelven a cobrar un inquietante protagonismo en Europa, debemos sentirnos orgullosos y reivindicar el patrimonio de nuestra eterna rivalidad. Que en esto, lo de querer vencer y machacar al contrario no nos gana nadie, como mucho nos empatan, pero al contrario que muchos otros derbis en los que prefieren el enfrentamiento continuo y la radical separación entre colores, y al margen de los inevitables piques y vaciles, debemos defender la singularidad de nuestros clásicos con la convivencia sin incidentes de nuestras parroquias.
«Una cultura y unos sentimientos muy parecidos»
Lo decía Unai Simón, gran amigo de Oyarzabal, y que siempre ha sido un ejemplo de respeto en sus declaraciones con respecto a los derbis: “Cuando escuchas una palabra como clásico, derbi, siempre lo relacionas con disputas, tánganas, peleas, grescas… Yo creo que esto es muy diferente. Sí que hay una rivalidad de los equipos, pero históricamente hemos compartido una cultura y unos sentimientos muy parecidos de arraigo a la casa. Ahora mismo la Real creo que es el equipo con más canteranos de Primera División, pero nosotros también tenemos esa filosofía. Hay ese pique pero solo durante los 90 minutos en el campo, luego la relación es muy buena entre todos los jugadores y los staffs técnicos”. Mejor no se puede explicar. Vamos a intentar preservarlo para siempre a pesar de que ninguno de los dos clubes trabaja para contar en la grada con mayor representación visitante. Si somos diferentes en algo, deberíamos demostrarlo y fomentarlo.
Sin quererlo ni beberlo, la Real no solo se ha desprendido de la incómoda crisis que le visitó en los albores de la temporada, sino que si vence esta noche superará en la tabla a un Athletic que, por el ruido, imaginábamos ya a otra altura inalcanzable. La temporada txuri-urdin me recuerda a una anécdota que desveló en su día Valdés sobre Ronaldinho y Messi. “Ronaldinho normalmente se paraba fuera del túnel y esperaba a que Messi saliera, Ronaldinho levantaba la mano y le decía a Messi: Si tocas mi mano, significa que has crecido un poco más. Messi intentaba tocar su mano pero no podía. Cada encuentro le hacía lo mismo pero Messi no alcanzaba la mano. En un partido que estábamos jugando en la Liga de Campeones contra el Porto, Messi jugo brillantemente y anotó. Cuando terminó el partido, Ronaldinho fue a él y le dijo: Viste que la juventud o la altura no importa? Eres bajito e hiciste sufrir a estos jugadores altos y los hiciste caer al suelo. Tal vez seas bajito, pero en el campo eres el Messi más alto”.
No quiero personalizar en ningún jugador, prefiero hacer el símil con el concepto de equipo. A la Real post Le Normand y Merino le ponían una mano y no era capaz de llegar a su altura. El Oporto de este equipo fue el Barcelona, flamante líder del campeonato, al que maniató y superó para sentir que puede estar tan alto como el que más. Lástima que después de dos semanas casi ni nos acordamos de aquella maravillosa noche.
La rivalidad es máxima
Insisto, la rivalidad es y será máxima, le pese a quien le pese. Incluidos los que reniegan de ella por su complejo (han oído bien, sí) de superioridad. No hay más que ver lo que supuso la final para siempre y sus secuelas (nos echan en cara que no la celebramos, pero lo que no saben es que lo festejamos todos los días), y la guerra fría que ya se había desatado por la posibilidad de repetirla el curso pasado. La Real arrastra tres derrotas consecutivas en Bilbao. Es cierto que dos de ellas llegaron en mitad de eliminatorias europeas, pero también lo es que el equipo de Imanol que ha dominado Euskadi a sus anchas en su primer lustro nunca llegó a imponer su ley con público. Ya es hora. Llegará tarde, pero todavía a tiempo de hacernos muy felices. Por muy justa que sea la causa, las lamentaciones se acaban hoy a las 21.00 horas. Para ganar en casa del eterno rival necesitamos concentración, oficio y calidad, además de jugadores y un ejército de verdad. Otra vez han logrado que viajemos confiados en que son capaces de todo. No hay nada más reconfortante que salir triunfal de San Mamés y volver hinchado como el muñeco de Michelin por la A 8. Pero tampoco hay nada más duro que regresar por el mismo camino con el rabo entre las piernas tras perder por cuarto año seguido y después de sufrir la algarabía local. El día y la noche. El cielo y el infierno. Contrastes de un clásico. Elegimos ser felices. Hacedlo de nuevo. Por nosotros. ¡A por ellos!