[A por ellos] "Segundas oportunidades", por Mikel Recalde

Es uno de esos recuerdos que guardas grabado a fuego en tu memoria. Tendría unos quince años, porque todavía seguía jugando a fútbol. Es más, me tenía que hacer unas fotografías de carné para la ficha de mi equipo. Mi colega Pisco me acompañó a la estación de Amara, al clásico fotomatón, para hacerlo lo más rápido posible. Y cuando estábamos esperando a que se revelara la típica tira de cuatro instantáneas sin mucha preocupación por cómo salía (con el paso del tiempo te fijas más y caes en la cuenta de que la realidad de cómo has envejecido la reflejan las fotografías, no el espejo), llegó un tío, más o menos de nuestra edad, que no parecía tener muy claro cómo funcionaba el invento. La verdad es que tampoco le dimos mucha importancia, porque le teníamos a nuestra espalda y no entabló conversación con nosotros hasta que ya estaba todo perdido. “Aupa, ¿sabéis cómo funciona esto?”, nos comentó cuando salía como de un truco de magia de dentro de la cortinilla sin que hubiese notado que la máquina hubiese hecho nada. Le explicamos cómo se hacía y de repente se puso a maldecir como si no hubiera un mañana. Yo no he oído decir tantos tacos seguidos en mi vida. Resulta que el pobrecillo, en lugar de meter las monedas dentro del habitáculo, lo había hecho en una rendija de fuera en la que lo que vendían eran llaveros para meter las fotografías. Nosotros intentábamos aguantar la risa, pero hubo un momento en el que acabó siendo imposible, sobre todo por el terrible mosqueo que llevaba. Tampoco tardó en poner la guinda al preguntarnos: “Oye, no querréis algún llavero, os vendo uno”. Como segunda oportunidad, no tuvo desperdicio.
source

Noticias destacadas