Perdió la Real Sociedad en Montjuic un partido en el que sus prestaciones, en líneas generales, fueron decreciendo con el paso de los minutos. Cuando algo así sucede, surge siempre la eterna cantinela respecto al estado físico de un equipo. Sin embargo, y por mucho que la escuadra txuri-urdin no ande precisamente sobrada de energía, esta vez cabe atribuir el relato cronológico del encuentro a circunstancias más tácticas que condicionales. A toro pasado, uno se para ahora a analizar lo acontecido en Barcelona y concluye que resultó totalmente normal, porque la pizarra de Imanol Alguacil deparó una provechosa sorpresa a la que el rival tuvo que adaptarse sobre la marcha, tocando distintas teclas durante el duelo. Del mismo modo en que el oriotarra acertó con su planteamiento inicial, Xavi lo hizo corrigiendo a los suyos, y por ahí se equilibró una contienda que luego decidió el mayor acierto culé.
1- UNO MÁS EN LA MEDULAR. Sorprendió Imanol a Xavi con el 5-4-1 que alineó el oriotarra, dibujando una medular de dos alturas y en forma de cuadrado. Oyarzabal, teórico punta, se situaba en realidad como cuarto centrocampista, a un costado de Christensen, haciendo dudar a este y generando una clara superioridad interior que la Real supo aprovechar. Arriesgó para meter balones dentro, pero logró así buenas progresiones en el arranque.
A estas alturas de la película, no hace falta explicar ya que apostar por una zaga de cinco no tiene por qué significar una apuesta defensiva. Alguacil tiró de lo que tiró condicionado por la nómina de lesionados, y orientado también a hacer cosquillas al adversario en materia ofensiva. Con su 5-4-1 de medular en forma de cuadrado (Turrientes y Merino en la base, Brais y Oyarzabal en la mediapunta), el entrenador txuri-urdin hizo jugar por dentro a hasta siete futbolistas (incluidos aquí los tres centrales), contexto ante el que los blanquiazules lo tuvieron muy claro. Se trataba de, aun corriendo riesgos, filtrar balones dentro para explotar la superioridad numérica (cuatro contra tres en el centro del campo) y poder progresar hacia campo rival, figurando allí la siempre esperanzadora amenaza de Becker al espacio. Los primeros 20 minutos de la Real fueron notables.
2- CORRIGE XAVI CON IÑIGO. Mediada la primera parte, el Barça se ajustó emparejando a Christensen con Oyarzabal y haciendo a Iñigo Martínez saltar a por Brais, de modo que la batalla en la medular quedaba igualada con un cuatro contra cuatro. Ante un rival que presionaba ya a pares, Remiro pasó a buscar en mayor medida los envíos directos al duelo Becker-Cubarsí a campo abierto. El de Surinam estuvo cerca de convertir en gol alguna de sus carreras al espacio.
Después, comenzaron a aparecer poco a poco problemas que antes no existían. El Barça emparejó a Christensen con Oyarzabal, hizo a Iñigo saltar a por Brais e igualó así (cuatro contra cuatro) la batalla medular. Como en esto del fútbol la acción-reacción no suele ser inmediata, la Real siguió corriendo los riesgos iniciales, pero ante un contrincante ya ajustado estos parecían mayores… Transcurrió un rato hasta que Remiro pasó a buscar en mayor medida a Becker, en mano a mano con Cubarsí, una situación peligrosa para el rival y que los catalanes terminaron de corregir durante el descanso. La tranquilidad del vestuario, pizarra mediante, sirvió al entrenador local para acabar de configurar el modo en que quería presionar a esa nueva Real que compareció en Montjuic. Memes al margen, Xavi es un buen estratega, y lo demostró contrarrestando todo aquello que le había hecho sufrir de inicio.
3- UN DESCANSO PROVECHOSO. El Barcelona consiguió amoldarse definitivamente a la situación aprovechando el tiempo de descanso para realizar una corrección más compleja. Xavi envió a Gundogan a apretar en primera altura, dejó a Lamine en el extremo y diseñó un sistema de presiones intermedias que dio su fruto. Las flechas azules indican el doble rol defensivo que podían jugar algunos futbolistas culés sin emparejamiento fijo.