Barrene es el mejor recurso

Que los recursos nos dejen ver el bosque. Dos movimientos del club prescindibles y evitables, porque estaba claro que era un viaje a ninguna parte, pero que tampoco pueden esconder la cruda y dura realidad. No se dejen llevar por la corriente crítica e inaguantable de los vecinos, que bromeaban al tener que enfrentarse en la primera ronda de la Copa ante un Tercera RFEF, y a los que, conociendo su planeta de ofendiditos, habría que escucharles si se les llega a imponer una fecha para pagar la incompetencia de los que confeccionan el calendario. El quid de la cuestión no estaba en que se trata de una broma de mal gusto que le hiciesen jugar al equipo que más internacionales ha perdido por el Virus FIFA en la segunda semana del parón, lo que supondrá un precedente muy peligroso para el futuro. La clave de todo es que, después de lograr el triunfo más importante de lo que llevamos de temporada al superar al flamante líder, Imanol solo va a contar con un entrenamiento para preparar la visita al eterno enemigo. Y con esto no estamos insinuando que tenían que haber cambiado la fecha del derbi, porque además la Real no ha pretendido eso en ningún momento, solo que es un auténtico escándalo que se adultere la competición de esa manera cuando el Athletic lleva dos semanas preparando a conciencia y casi con la plantilla al completo la visita de los realistas. Y lo que opinen los demás, simplemente está de más. La Real ha sido la perjudicada y confiemos en que sea la última vez que le toman por el pito del sereno en Madrid. ¿A otros clubes más influyentes les hubieran obligado a jugar en una fecha en la que no había posibilidad de fijar un partido? Evidentemente no. Fin de la discusión.

Esto no quita para que los recursos hayan sido movimientos de cara a la galería, más para contentar al sector más vehemente de la afición y más propio de una apuesta de barra de bar, que de una decisión consensuada y meditada. A la postre, ha sido un tiro que ha salido por la culata porque ha centrado el foco en lo menos importante de la justa reivindicación realista. Jugase quien jugase, la diferencia entre la Real y el Jove era abismal y no tardó en plasmarse en el marcador para la tranquilidad de todos.

Se desconoce si fue una salida planificada por Imanol, pero la jugada inicial fue esclarecedora. Sacaron de centro los alicantinos y los realistas salieron disparados como centellas para presionar y robar el balón. No había tiempo para bromas ni para sustos. Se acabaron las excusas y los lamentos. En el verde la Real no iba a exponerse a que los locales soñaran con una gesta humillante e histórica. Barrenetxea no tardó en destrozar a la zaga local desde la banda derecha y a los 38 minutos la eliminatoria estaba liquidada. Lo único que faltaba por descubrir era la cantidad de goles con los que iban a regresar a Donostia y que los dos extremos, los únicos del once que tienen opciones de ser titulares en Bilbao, Sergio Gómez y el citado Barrenetxea, llegasen sin ningún contratiempo al descanso para ser sustituidos. 

La diferencia respecto a los dos primeros 0-1 de la pasada campaña en la competición ante rivales menores como el Buñol y el Andratx fue el Rico Pérez. Un campo de elite, con unas dimensiones muy grandes y con un césped natural en mejores condiciones de las esperadas, que acabó convirtiéndose en una alfombra roja para que la Real accediera a la siguiente eliminatoria. 

No era una situación sencilla para Imanol, que, como quería reservar al equipo que piensa alinear dentro de 72 horas en el derbi de Bilbao, dio descanso a la mayoría de su guardia pretoriana y se presentó en Alicante con once fichas del primer equipo, el mínimo que dictamina la Federación para concretar la convocatoria. La fórmula para no incurrir en alineación indebida, al estar obligados a tener en el campo a siete del primer equipo, era apostar por ocho de ellos en la pizarra, con tres reservas en el banquillo por si se torcían las cosas o la fatalidad se cruzaba en su camino. Se esperaba quizá que apostara más por revolucionar el ataque, pero el técnico optó por dar entrada a dos debutantes en la retaguardia. Beitia, una de las revelaciones de la temporada en el Sanse del que destacan su fiable regularidad, y Balda, un jugador de banda con una zurda extraordianaria que se encuentra en el proceso por el que han pasado tantos extremos en Zubieta para reconvertirse en lateral.

La Real quiso liquidar el duelo por la vía rápida y no tardó en lograrlo. Tras dos buenas ocasiones de Magunazelaia y Barrenetxea, que originó Olasagasti, y una buena rosca de este último que rozó la escuadra, a los once minutos y en pleno aplastamiento txuri-urdin, el 7 puso por delante a los suyos al aprovechar una magnífica asistencia de su inseparable Pacheco. Solo tres minutos después, el donostiarra, capitán ayer, hizo el segundo con un obús después de recoger un centro envenenado de Sergio Gómez que escupió el palo.

Con el 0-2 los realistas se lo tomaron con más calma y tuvieron que esperar al minuto 38 para cerrar definitivamente la eliminatoria en una jugada de Barrenetxea, cuyo centro lo dejó pasar Maguna para que Sergio Gómez anotara de disparo colocado. El catalán había iniciado la jugada con una apertura de máxima precisión. En la última acción del primer tiempo, Urko se dio la vuelta y sirvió un gran balón en largo a Barrene, que puso otro servicio perfecto para que se estrenara Maguna con un gol de 9.

En la reanudación, Imanol dio entrada a Aihen y a Turrientes, los otros dos candidatos a jugar en Bilbao, y sentó a Barrene y Sergio Gómez para calmar a los más histéricos. Con los cambios y el duelo sentenciado, la intensidad bajó enteros. La Real tampoco quiso hacer sangre y Goti selló la manita al culminar una jugada preciosa de Olasagasti. El vizcaino dejó detalles de calidad superior.

Y se acabó la eliminatoria a partido único más larga en la Copa para la Real desde la final de para siempre. Ahora se centrará en intentar volver a ganar al Athletic, aunque solo tendrá una sesión, la de mañana, para trabajar todos juntos. Eso sí que es un atropello, mayor aún al que sufrió el Jove ante una novel pero responsabilizada Real que no le regaló nada.

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