Muchos esperamos que la nueva andadura europea de la Real Sociedad, ese escaparate donde el equipo txuri-urdin se ha sentido más bien cómodo superando su primera fase en sus ultimas cuatro participaciones de manera consecutiva (esta es la quinta), signifique el ansiado punto de inflexión con el que levantar el vuelo y poder situarse donde se merece por su calidad y, lógicamente, su presupuesto. Esta trayectoria continental, además, por supuesto, del título de Copa para siempre, son méritos de un Imanol al que se le ha empezado a cuestionar tras este mal inicio. Y hay que dejar claro que el técnico oriotarra debe asumir sus responsabilidades, y de hecho las asume (como demuestra en los discursos de sus comparecencias), pero de lo que no tiene culpa es de que dos fichajes (entre ellos, el más importante, el goleador) llegaran en las ultimas horas del mercado, con la Liga iniciada; o de que sus jugadores no acertaran en alguna de las clarísimas ocasiones de gol que dispusieron en Valladolid; e incluso no se le puede reprochar que no trate de variar sus sistemas en busca de soluciones… Es en su peor momento en la Real, cuando hay que confiar en que le puede dar la vuelta a la situación. Sus credenciales están ahí. Paciencia. Y ahora llega Europa, el jardín donde tantas alegrías nos ha dado.
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