Esto arranca. De hecho ya está en marcha, porque entre martes y miércoles se han disputado los primeros partidos de ida de las eliminatorias iniciales. Técnicamente, la Champions League 2023-24 comenzó el 27 de junio en Islandia, con aquella ronda preliminar que enfrentó a los cuatro peores equipos de la competición. En términos relativos, sin embargo, puede decirse que el pistoletazo de salida lo da la actual instancia, con quince duelos a doble partido en los que participan ya escuadras a los que todos ponemos cara y ojos. ¿Un ejemplo? El de nuestros amigos del Sheriff Tiraspol, quienes este miércoles visitaron Constanza, una ciudad rumana de 300.000 habitantes bañada por el mar Negro. Allí tiene su sede el Farul, debutante en el torneo de la mano de Gica Hagi. 

FUSIÓN PROLÍFICA. La historia de este club tiene su aquel. Con el cartel de equipo ascensor permanentemente colgado del cuello (acostumbraba a alternar en Rumania la primera y la segunda categoría), el Farul quedó abocado a la desaparición por bancarrota en verano de 2016, siendo refundado de inmediato por un grupo de aficionados para resetearse y comenzar a competir en la cuarta división local. Solo dos años después, con el equipo ya en segunda de nuevo, la entidad fue adquirida por el exfutbolista Ciprian Marica, quien potenció la plantilla para ascenderla a la élite. Y, finalmente, la meteórica progresión que ha terminado con el club en la Champions recibió una vuelta de tuerca decisiva en junio de 2021: llegó entonces la fusión con la institución más fuerte de la ciudad, el Viitorul Constanta. La sinergia tenía, desde el principio, muchas opciones de éxito, pues aunaba la historia del Farul y la ambición de un proyecto joven como el del propio Viitorul, fundado en 2009 por el lugareño más famoso.

PROPIETARIO Y ENTRENADOR. Hagi, aquel magnífico mediapunta que vistiera las camisetas de Madrid y Barça entre otros, nació hace 58 años en Sacele, a apenas diez kilómetros de Constanza. Tras retirarse, fundó el citado club, campeón de la liga rumana en 2017. Y después, cuando se produjo la famosa fusión con el Farul, apostó por convertirse en el entrenador del equipo, además de en propietario de la nueva entidad (tiene el 89,9% de las acciones). Mal no le ha ido en el banquillo, porque transcurridas únicamente dos temporadas desde el movimiento empresarial acaba de ganar el campeonato local ante rivales como Steaua o Cluj. Por eso juega la Champions. Y por eso empezó a dirimir este miércoles (1-0 en casa) un curioso derbi de 180 minutos entre los campeones rumano y moldavo.

EL PARTIDO. 490 kilómetros separan Tiraspol de Constanza, siete horas y 24 minutos por carretera, buen trayecto para los seguidores transnistrios que se animaran a acompañar a un equipo con cara muy renovada respecto a aquellos dos enfrentamientos con la Real, el pasado octubre. El portal Transfermarkt habla de doce fichajes realizados por el Sheriff este verano, para paliar otras tantas bajas. El Farul, mientras, ha incorporado hasta la fecha a nueve futbolistas nuevos, siendo el refuerzo estrella un tal Rivaldinho. El brasileño llega procedente del Universidad de Craiova (el club que traspasó a Craioveanu a la Real en 1994) y durante la pasada campaña marcó 27 goles, recayendo ahora en él buena parte de las esperanzas de Gica Hagi. A expensas del desenlace de la eliminatoria, el técnico no ha arrancado con buen pie el curso, tras perder el sábado la Supercopa rumana, pero todos sabemos que su puesto no peligra. ¿Acaso se va a cesar a sí mismo? Él es el dueño del club, y además ha entregado el cargo de presidente a su amigo Gica Popescu, otro mito. Todo queda en casa.

ASTANA-TIBILISI, UN MUNDO ENTRE EXSOVIÉTICOS. Suena a ‘derbi’ ese Farul-Sheriff. Igual que lo hace el Astana-Dinamo Tibilisi (1-1) que midió este miércoles a dos equipos de capitales exsoviéticas. Sin embargo, un vistazo a la distancia que separa ambas ciudades obliga a poner tal sensación en cuarentena: hablamos de más de 3.000 kilómetros entre una y otra. Al fin y al cabo, no deja de resultar antinatural, a nivel geográfico, que los equipos de Kazajistán compitan en Europa. Tras proclamarse la independencia del país, su fútbol fue reconocido por la FIFA en 1994, enrolándose entonces en la confederación asiática. Ocho años más tarde, en 2002, los dirigentes kazajos apostaron por un cambio de aires, pasando a integrar la UEFA. Los viajes hasta Astana se convierten para los equipos de occidente, todas las temporadas, en maratones más propios de las giras veraniegas.


4.800 KILÓMETROS DE VIAJE PARA RED IMPS Y QARABAG. Sigamos con las distancias a recorrer en esta primera ronda de eliminatorias. Están muy bien los 490 kilómetros entre Tiraspol y Constanza. También resultan más que aceptables los 674 que separan Razgrad y Suva Reka, ciudades testigo del duelo entre el Ludogorets búlgaro y el Ballkani kosovar. Pero otros no han tenido tanta suerte. Al Ferencvaros le ha tocado volar desde Budapest hasta las Islas Feroe. Y se lleva la palma el enfrentamiento entre el Lincoln Red Imps de Gibraltar y el Qarabag de Azerbayán, 4.800 kilómetros de trayecto en línea recta. ¡Ojo! Todos estos duelos suenan ‘frikis’ y alejados de la fase de grupos de la Champions, pero hay mucho en juego en ellos: sus ganadores se aseguran, al menos, jugar a finales de agosto un ‘play-off’ final de acceso a las liguillas de la Conference. No es poca cosa.


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