Izaskun Larzabal posa en Anoeta, en vísperas de la reinauguración del estadio.
Iker Azurmendi
El ‘nuevo’ Anoeta cumplirá cinco años en septiembre. ¿Qué siente tras casi un lustro de experiencia?
Te diría que orgullo. Toda sociedad tiene sus necesidades y se vertebra en torno a algo. En Gipuzkoa, ese algo puede ser la Real. Y el nuevo Anoeta se ha convertido en una especie de teatro donde toda la gente se reúne para disfrutar de su pasión. Veo que la gente va al campo, que se lo pasa bien… Y percibo igualmente que el propio Anoeta ha supuesto algo así como un revulsivo social. Yo siempre digo que la arquitectura está al servicio de la sociedad, y la reforma de un estadio puede significar un buen ejemplo al respecto.
No sé si será casualidad pero, desde que juega en casa sin pistas de atletismo, el equipo suma éxito tras éxito en lo deportivo.
Bueno, digamos que todo va retroalimentándose. La gente anima, el equipo gana, se clasifica para otras competiciones, hay más partidos, se juega contra rivales más potentes, aumenta la demanda de entradas y de carnés… Cuando algún día no puedo ir a Anoeta y hay gente que me pide el pase, siento una especie de satisfacción: Joder, pues el fútbol en Donostia sí que se ha convertido en una cosa valiosa, pienso. Se ha dado una especie de fenómeno social, porque el club tenía 24.000 abonados cuando empezamos las obras y ahora está en 38.000, con otras 3.000 personas en lista de espera. No nos lo esperábamos…
Ya se ha anunciado una primera ampliación del aforo este verano, en unas 1.700 localidades más.
Sí, pero la obra no va a suponer ningún problema. A la hora de realizar la reforma, nos pareció adecuado dejar un margen y diseñar una estructura preparada para absorber nuevos asientos sin necesidad de grandes trabajos. El caso es que, como te comentaba ahora, no nos esperábamos semejante aumento en la cifra de abonados en apenas cinco años. La subida no entraba ni en nuestras mejores expectativas, pero la realidad dice ahora que incrementar la capacidad de la instalación resulta necesario. Va a permitir crecer y reducir esa lista de espera que por un lado es positiva, ya que habla de una gran aceptación, pero que por otra parte tampoco parece agradable: no gusta que haya gente que quiera ver a la Real y no pueda.
Dice que la obra no va a requerir de grandes trabajos…
No. Se trata simplemente de llenar con asientos algunas zonas vacías. Y también se aprovecharía para remodelar ciertos puntos que aún permanecen casi intactos, como el gallinero para la prensa en la tribuna principal.
A todo esto, yo le llamaba porque Son Moix y Anoeta van a acoger este mes una misma semifinal de la Copa del Rey…
Casualidades de la vida, ha tocado así. ¿Qué quieres que te diga? Yo soy txuri-urdin y el corazón no se cambia, así que quiero que pase la Real. En la vertiente profesional, estoy encantada de que en Mallorca agradezcan mi trabajo. Ojalá les vaya muy bien… pero en otras situaciones y en otros contextos. Aquí emerge por encima de todo mi condición de aficionada, así que a ver si llegamos a la final. No va a resultar fácil, porque el rival va a plantar cara y porque la Real arrastra un calendario exigente.