La afición de la Real no puede estar más animada en Salzburgo. Al contrario que hace cinco años, cuando los donostiarras se enfrentaron al equipo austríaco en una gélida fecha de febrero, las temperaturas veraniegas de este martes en Austria hacen que el color txuri-urdin brille en todo su esplendor. Son solo 500 aficionados, la mitad que en 2018, pero desde primeras horas se están haciendo notar en una ciudad que poco a poco va respirando aroma de fútbol.
Llegados desde muchísimas localidades de Gipuzkoa y haciendo escala allí donde han podido, porque la mayoría lamentan que viajar con la Real es “cada vez más complicado” debido a la poca antelación con la que cuenta el aficionado para programar las salidas, así como los elevados costes de los desplazamientos, disfrutan de una jornada en la que la frase más repetida es toda una declaración de intenciones: “Vamos a ganar, no hay duda”. Los más osados, incluso, se aventuran con el resultado y los protagonistas: “0-2, con goles de Zubimendi y Oyarzabal”. “0-1 con gol de Zubimendi”, “0-1 con gol de Brais”… El marcador final y los goleadores difieren, pero todos confían en la victoria.
Para muchos, la parada de este martes es la escala estrella de un viaje que ha arrancado en Munich, donde estos días se celebra la popular Oktoberfest, que ha hecho las delicias de quienes han tenido la oportunidad de disfrutarla. “Hay que estar preparado para algo así”, bromean mientras cogen fuerzas para lo que les espera esta tarde, cuando no dejarán de animar al equipo durante los 90 minutos del partido.
Todos son conscientes de que la experiencia “hay que disfrutarla”, porque la participación en la máxima competición de clubes del mundo es “el regalo al trabajo hecho el año pasado”. Sin embargo, lejos de otras participaciones europeas en las que la afición tenía ciertas dudas con las capacidades del equipo, esta vez, la confianza en Imanol y los suyos es ciega.