La lección de historia del tifo de la grada Zabaleta ante el PSG

Ha sido uno de los momentos destacados de la noche: el himno de la Champions a todo trapo y al fondo, en la grada Aitor Zabaleta, desplegado desde las alturas un gran tifo en recuerdo a la batalla de Roncesvalles y las palabras del biógrafo oficial de Carlomagno, que sufrió en Euskal Herria una severa derrota (así hemos contado en directo).

Un episodio bélico del año 778 cuyo relato ha perdurado los siglos gracias al poema épico Cantar de Roldán (texto más antiguo de la literatura francesa, La Chanson de Roland). Este sobrino del emperador Carlomagno era el militar que estaba al frente de la retaguardia de los francos a su paso por el puerto de Ibañeta, en la zona de Roncesvalles y Burguete. Dicho de otra manera, al frente de los Doce Pares de Francia, que en algún poema épico se les identifica a todos como sobrinos del propio emperador.

Las tropas vasconas tendieron una trampa a los francos, en respuesta a la incursión del rey extranjero, que cruzó los Pirineos hasta Pamplona y Zaragoza. En el caso de la que sería la capital del reino de Navarra, la saqueó y la quemó, lo que provocó la ira de los vascones.

Cuando el que sería Carlomagno se replegaba hacia Aquitania y el norte, donde los francos sufrían un ataque de los sajones, se vieron rodeados, con Roldán al frente, que terminaría muriendo. “Vascones in summi montis vertice surgentes”, reza hoy la placa del Monumento de la Batalla en Roncesvalles, una leyenda que Eginardo, biógrafo del propio Carlomagno, dejó escrita en su obra Vita Caroli Magni: «Los vascones aparecen desde las montañas más altas».

Precedentes de tifos en Anoeta

Había cierta expectación por ver cómo respondía al tifo parisino de la ida la grada Zabaleta, que en diciembre recordó a Aitor Zabaleta y con motivo del 200º partido de Imanol al frente de la Real desplegaron un tifo con el técnico oriotarra caricaturizado como El Padrino.

Tifo en Anoeta en homenaje a Imanol Alguacil por sus 200 partidos Ruben Plaza


Esta vez han echado mano de la historia, con esa Batalla de Orreaga y esa leyenda de Eginardo, a la que han acompañado una cruz y el escudo del equipo parisino caído en el suelo.

El error del PSG

En este caso, no había que remontarse tanto tiempo, sino a la obra que los ultras parisinos desplegaron en los minutos previos al partido de ida, el pasado 14 de febrero. En la parte superior del fondo compusieron un mosaico con el escudo circular del club y a sus pies, una leyenda mal traducida. En ella desearon un mal futuro a su propio club en lugar de mostrar un apoyo incondicional, que era su intención: “PSG a la muerte”.

Su equipo, sobre todo Kylian Mbappé, les ha dado la oportunidad de poder atinar mejor con el siguiente tifo europeo.

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