La Real Sociedad pierde ante el Sevilla en el Pizjuán (3-2)

Llevamos tiempo cargando las tintas por la falta del gol de la Real. La cosa comienza a complicarse aún más al propagarse la plaga al resto de líneas del equipo. A estas alturas nadie discute ya que la gestión de los delanteros centros de la dirección deportiva es un auténtico desastre y que ha lastrado por completo el devenir del conjunto txuri-urdin a lo largo de toda la temporada, pero es que la plaga empieza a expandirse al resto de las líneas. Remiro está desastroso en el momento clave de la campaña, la defensa cada vez concede más facilidades y en la sala de máquinas comienza a haber demasiados desconocidos e irreconocibles. Así es imposible. La Real se desarma. Es justo mantener los pies en el suelo cuando todavía las emociones se encuentran a flor de piel por lo que pudo haber sido y no fue en la Copa y que aún nos encontramos ante la posibilidad de una heroica aunque posible remontada en la Champions, pero llevamos semanas denunciando que el club está jugando con fuego ya que su obligación es regresar a Europa para que no tiemblen los cimientos del, hasta ahora, exitoso proyecto Imanol. Con un once de circunstancias, los realistas también cayeron en Sevilla agravando su crisis de resultados. Porque a estas alturas conviene llamar a las cosas por su nombre. Un triunfo en los últimos nueve encuentros y cuatro derrotas en los últimos seis (con el KO en Copa). Justo en el momento más ilusionante del curso, en el que, una vez más y como ha sucedido en años anteriores, los blanquiazules han sufrido una grave descomposición que provoca que ponga patas arriba una temporada en el que estaba obteniendo una nota muy alta.






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Las notas de Mikel Recalde

A los trece minutos el resultado era 2-0, pero podía ser tranquilamente 4-0. Ni el gol psicológico de André Silva en el descuento de la primera parte sirvió para que un equipo sin argumentos y sin elementos diferenciales culminara la remontada y además fuese ajusticiado por otro gol lamentable que sentenció la contienda. Brais recortó distancias a última hora, pero no hubo tiempo para el milagro. Que sin duda hubiese sido que la Real con ese once y en esa situación hubiese pescado un punto.

Imanol sacó una alineación novedosa y plena de futbolistas poco habituales en estas lides. Es lo malo de cambiar poco, que cuando llega el día en el que tus titulares ya no pueden más, están tocados físicamente o necesitas intentar reservarlos para otra batalla definitiva haces una rotación masiva que pocas veces funciona, sobre todo en un club como la Real. En la zaga entraron Aramburu, Pacheco y Tierney. En la medular, Turrientes y Olasagasti. Y arriba, Sadiq. Por si fuera poco, el técnico también optó por cambiar de esquema y pasar a un 4-4-2, con rombo en el centro del campo. Puestos en situación, hasta hubiese sido más comprensible que Imanol se decantara por todos sus suplentes ante el Villarreal, porque de esta forma hubiese tenido en plenas condiciones a Barrenetxea y a Kubo para la cita del año. Pero, bueno, tampoco es cuestión de que nos rasguemos las vestiduras a toro pasado…

El partido no pudo comenzar peor para una Real que hizo aguas en defensa. De ser una de las retaguardias más fiables de la Liga, a ser un auténtico coladero que evidenció que la plaga de la crisis realizadora comienza a expandirse por el resto de líneas. A los tres minutos, el Sevilla podía ir ganando ya por 2-0 después de que En-Nesyri cabecease fuera un centro de Pedrosa y que Sadiq metiera en un lío morrocotudo a Zubeldia que aprovechó Isaac Romero para adentrase, recortar a Pacheco y toparse con una buena salida de Remiro. 

En la primera combinación de la Real, el buen lanzamiento de Zakharyan, de largo el mejor visitante antes del entreacto, se topó con Nyland. En un saque de esquina, Olasagasti puso un peligroso centro-chut que no encontró rematador. Pero fue un espejismo que no llevó a nadie a equívocos. La Real era un desastre y el Sevilla olió la sangre. Otra vez en un saque de esquina, Zubimendi salió tarde, como en París, el primer disparo de Isaac lo salvó bien Remiro, pero En-Nesyri anotó a puerta vacía. Por si esto no fuera suficiente, a los pocos segundos, Sadiq cabeceó fuera un centro de Tierney y el saque largo lo bajó el marroquí, que se apoyó en Pedrosa y casi sin hueco conectó un obús que sorprendió a Remiro. Es verdad que el disparo fue buenísimo, pero el meta tenía que haber tapado más portería.

A partir de ese momento, el Sevilla dio un paso atrás y la Real comenzó su habitual dominio previsible, lento, y pudo rescatar un testarazo en un córner de Zubeldia y un centro muy bueno de Zakharyan que tampoco leyeron esta vez ninguno de los dos puntas. En la última jugada de la primera parte, Silva controló con calidad un balón largo y su recorte lo cortó con la mano Ramos. El claro penalti lo transformó con calidad y personalidad el propio luso, que estrenó su cuenta en Liga en el mes de marzo. No está mal. Encima no lo celebró por respeto a su exafición. ¿Y la suya?

Si alguien esperaba una Real renovada y combativa en la reanudación se equivocó. Sin que los visitantes generaran ni el más mínimo peligro, en el minuto 65 llegó la puntilla en una acción imperdonable que acabó en gol de Ramos. Otro saque de esquina, un mal despeje de Sadiq, un centro al área, otra mala defensa de Turrientes y Zubeldia, un cabezazo fallido del sevillano y una lamentable estirada de Remiro, que no solo la tocó, es que tenía que haberla rechazado antes de que tocara en el palo y se alojara en las redes. Imanol lo vio tan crudo que cambió de plan para las sustituciones pensando en el PSG y un endemoniado Romero (jugadorazo) perdonó el 4-1. Brais hizo el 3-2 en una falta en la que falló Nyland, pero nada más. No hubo opción para empatar.

En definitiva, otra derrota. En las semanas más ilusionantes que iba a afrontar el club en muchos años, ya ha caído en la Copa de manera difícil de digerir, en la Liga está perdiendo el tren europeo y en la Champions solo puede soñar con un improbable milagro que le permita remontar un 2-0 en contra a uno de las mejores plantillas de la competición. Está muy bien lo de intentar competir en las tres competiciones, pero, o no se ha tenido en cuenta el desgaste que eso conlleva o no se ha competido a la altura de las circunstancias a la hora de la verdad. El estado de ánimo txuri-urdin se encuentra por los suelos…






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EFE

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