Algo muy bien está haciendo la Real cuando se presenta en Pamplona, encaja un gol en la primera jugada ante un rival más que necesitado y acaba lamentando el haber sumado sólo un empate. No hay que olvidar que Osasuna fue el finalista de la Copa de la temporada pasada y que acabó en séptima posición, lo que le permitió disputar la previa de la Conference League por delante incluso del Athletic. Lo hemos comprobado esta semana en los dos encuentros que han afrontado los blanquiazules. Les tienen miedo. Les respetan.
Prefieren no entrar en un combate cara a cara con ellos al ser conscientes de que lo normal es que acaben sucumbiendo. El resumen de lo sucedido este sábado es que los donostiarras defendieron mal la segunda jugada del encuentro y después se vieron impotentes para superar a un anfitrión que se encerró atrás consciente de su inferioridad y que dieron por bueno cualquier botín que llegara después de aguantar encerrados lo que hiciera falta. Sadiq logró empatar antes del descanso y tras la reanudación su abrumador dominio no encontró la merecida recompensa a pesar de la insistencia durante muchos minutos. Una pena. En realidad sólo hubo una ocasión muy clara que lamentar en un cabezazo de Merino a bocajarro que salvó con una mano milagrosa a lo Arconada el siempre impredecible meta local.
Entramos en una fase del calendario en el que los resultados de los rivales directos comienzan a influir de forma directa en los planteamientos de la Real. Ya sucedió el pasado miércoles cuando el equipo y el banquillo vivieron el duelo ante el Salzburgo pendientes de lo que hacía el Inter en Lisboa y cuatro días después, ya en Liga, aconteció lo mismo tras las victorias de Girona y Athletic frente a Valencia y Rayo. Los catalanes cada vez se encuentran más lejos o al menos mantienen una distancia de muchos puntos que, sin duda, será complicado de acortar; y los vecinos, sin el desgaste de competir en Europa entre semana y con los tres de arriba más entonados que nunca, van a elevar el listón de la exigencia para entrar en Europa. Esto es largo, pero el camino va a ser más exigente que nunca, no sólo por el deterioro normal en comparación la excelencia demostrada en la Champions, sino también por la calidad de los rivales directos a los que se pueden sumar en breve el Villarreal y el propio Sevilla.
Osasuna-Real Sociedad: las notas de Mikel Recalde
Mikel Recalde
El minuto y resultado de esta semana es que la Real estaba obligada a ganar en Pamplona. Que no es poco. Y que, como dejó claro Imanol la víspera, su encuentro de Champions era el de Osasuna. Algunos comienzan a descubrir ahora que para clasificarse para Europa es obligatorio ganar, ganar y ganar. En Zubieta lo tienen claro y, como declaró el oriotarra, la plantilla se presentó a la cita con los ojos ensangrentados en busca de un triunfo clave que les permitiesen mantener una racha de resultados impresionante con sólo tres derrotas cuando nos encontramos en el mes de diciembre. En total eran quince partidos contra Osasuna sin conocer la derrota, con diez triunfos y cinco empates, además de cinco victorias consecutivas. Por eso Arrasate declaró que contra los realistas siempre les pasaba algo.
Imanol introdujo dos novedades en su once de gala, con las presencias, por fin, de Tierney, gran noticia su regreso a la alineación dos meses y doce encuentros después de haberse lesionado de gravedad ante el Barcelona, y de Sadiq en la punta de ataque en vez de Oyarzabal, que seguro que iba a tener minutos a lo largo del encuentro. Como siempre. La profecía de Jagoba se cumplió a los dos minutos de juego. En un saque de banda lateral, Areso sacó un buen centro que no tapó la defensa realista y Budimir, tras un buen control y una media vuelta ante Zubeldia, sirvió para que Moi Gómez superara a Remiro. Flojos Tierney y Le Normand en la presión.
A partir de ese momento comenzó un encuentro muy distinto al esperado, con Osasuna replegado esperando y una Real incómoda y ansiosa buscando la portería rival. A los seis minutos llegó la primera ocasión en una cesión de Catena adivinada y cortada por Sadiq, cuyo primer remate lo salvó Herrera y cuyo pase atrás posterior no lo pudo aprovechar luego Barrenetxea. Mala suerte para el donostiarra que poco después vio cómo tuvo que ser sustituido por una lesión de tobillo que en principio no tenía muy buena pinta.
A los realistas les costaba mucho romper líneas y su siguiente ocasión tuvo que esperar hasta el minuto 26, en un córner peinado por Merino que Sadiq no logró empujar a la red en el segundo palo. Osasuna apenas atacó más antes del descanso y su único acercamiento destacable fue un disparo lejano de Torró que atajó Remiro. En los últimos minutos los de Imanol intensificaron su dominio y Kubo, en un tiro que se marchó al lateral de la red, estuvo cerca de un empate que llegó en el minuto 41.
Zubeldia, que puede con todo, recuperó una pelota en la medular para servir a Sadiq, cuyo obús cruzado se coló de nuevo por toda la escuadra. Terrible. Segundo golazo en seis días en la mejor confirmación de que la gran inversión de la Real postIsak ya está aquí para marcar diferencias. En los últimos minutos, Budimir con un cabezazo fuera, y Brais, en un chut forzado a pase de Kubo, buscaron desnivelar de nuevo la contienda.
En la reanudación, los realistas se volcaron hacia la meta local ante un anfitrión acobardado y abandonado un poco a su suerte, pero la realidad es que apenas generaron peligro para ganar. Un buen córner de Zakharyan sin rematador, la mencionada doble oportunidad de Kubo y de Merino que detuvo de forma increíble Herrera y un par de opciones de Brais que no encontraron portería fue el resumen de su ofensiva. Enfrente, en toda la segunda mitad, solo un centro-chut, otra vez de Moi, que se marchó lamiendo el palo.
Las mejores jugadas del Osasuna-Real Sociedad
Javier Bergasa / Oskar Montero
La Real sorprende en Europa, pero en la Liga le tienen bastante más estudiada. Saben como esperarle y frenarle. Osasuna estaba cansado de perder y, gracias al gol que se encontró nada más empezar, consiguió que los realistas regresaran con una victoria que merecieron con creces dada su evidente superioridad. Una pena. Porque la carrera hacia Europa no concede tregua. No se puede perdonar tanto… Es una historia muy repetida.