Sí, sufrimos este domingo en Anoeta, aunque lo hicimos de dos formas muy distintas. Lo del largo descuento fue, más que nada, una cuestión de inquietud y de incertidumbre: el equipo no estuvo fino contra nueve, se mostró nervioso y tendente al error, y todos éramos conscientes ahí de que semejante superioridad numérica no te libraba de encajar gol en cualquier rebote o envío directo. Mientras, se había dado antes otra fase, mediada la segunda mitad, en la que la Real Sociedad sí había padecido con todas las de la ley, dicho sea esto como mera constatación de la realidad y no en calidad de crítica. Al fin y al cabo, analizamos aquí una competición de primerísimo nivel en la que todos los rivales tienen la capacidad de dificultarte las cosas, incluido un Sevilla que no atraviesa su mejor momento pero que se las arregló tras el descanso para igualar el partido desde la pizarra. ¿Cómo lo hizo Diego Alonso?
Las imágenes adjuntas ilustran cómo el técnico uruguayo supo hallar algunas rendijas en la estructura que adoptaba la Real a la hora de presionar. Su equipo lo aprovechó para recortar distancias y para acercarse incluso al empate. Pero el movimiento táctico de Imanol modificando el dibujo defensivo de los suyos enseguida cortó el grifo a los hispalenses, mucho menos dañinos durante los últimos 20 minutos, casi 30 con la prolongación. Del encuentro en general me quedo con ese registro de robo alto y contragolpe que tantos estragos está causando en los adversarios (minimizó de inicio al Sevilla). Me quedo también con el trabajo de la línea defensiva durante la primera parte, expuesta a las carreras al espacio de los rápidos atacantes rivales pero sin concederles ni media. Me quedo con que la mala gestión del once contra nueve final resultó más comprensible de lo que parece, porque se produjo en un momento de los partidos en el que pesa más la cabeza que las piernas. Y me quedo finalmente con que la palabra equipo, escrita en mayúsculas, se ajusta perfectamente a lo que es esta plantilla.
Sin actuaciones grandilocuentes de esas que llaman la atención, Aihen ha suplido la ausencia de Tierney convirtiéndose en uno de los mejores laterales de la Liga y de la Champions. Oyarzabal no puede ser titular un día y Sadiq, rodeado de teóricos titulares, se marca su actuación más destacada como txuri-urdin, demostrando todo lo que puede aportar a futuro. Y luego está lo de Take Kubo, un futbolista cuyo análisis cobra especial relevancia ahora que las cosas no le salen tan bien. El nipón ha perdido dos puntos de magia, pero su trabajo en la presión, su permeabilidad ante los ajustes del entrenador y su perseverancia con el balón siguen convirtiéndole en pieza clave.