La Real llega a Salzburgo con la flecha netamente hacia arriba al haberse impuesto en cuatro de sus últimos cinco encuentros de Liga (la única derrota fue en el Santiago Bernabéu) y con la moral por las nubes después de golear a su eterno rival en un duelo que puso patas arriba a Anoeta.
Sin apenas tiempo para descansar, los blanquiazules quieren seguir compitiendo en su grupo de la Champions en la visita al Salzburgo (Red Bull Arena, 18:45 horas, Movistar), sorprendente líder después de la primera jornada tras haber asaltado el estadio Da Luz de Benfica. Los donostiarras deben ser conscientes de que esta competición no perdona ni concede treguas, por lo que si de verdad optan a clasificarse para los cruces, están obligados a vencer en al menos una de sus tres visitas y no volver a fallar en Anoeta.
El partidazo que firmaron frente al Inter quedará grabado en nuestro recuerdo para siempre, pero, por muy bien que se jugara, al final el botín fue sólo de un punto, por lo que no queda más remedio que sumar el máximo posible en el doble enfrentamiento con austríacos y portugueses.
La Real regresa a Salzburgo cinco años después de aquella maldita eliminatoria en la que pudo y hasta debió clasificarse si le llega a coger en otro momento de esa misma temporada y sin tantos lesionados. Y, por supuesto, llega para competir mejor, porque por aquel entonces se encontraba aún muy lejos de la madurez que ha alcanzado en los últimos meses, que le ha servido para alcanzar la Champions en la competición doméstica y para poner en solfa a todo un vigente subcampeón de Europa.
El derbi siempre pasa factura desde el punto de vista físico y psíquico, aunque en esta ocasión sea positiva, por la sobreexcitación. Imanol perdió a Tierney, que se pasará mínimo un mes alejado de los terrenos de juego, y Le Normand tuvo que solicitar el cambio por unos calambres que le produjo la mascarilla que le protegía del golpe en la mandíbula que sufrió ante el Getafe. Aunque en este caso, como sucede con Merino, el galo puede jugar al juego del Doctor, que, aunque suenen alarmas en todas las partes de su cuerpo, seguirá estando disponible.
El técnico tiene claro que ha entrado en una vorágine de encuentros en los que es casi tan importante cosechar buenos resultados como no ir perdiendo soldados en la batalla por contratiempos físicos. Para ello, lo normal es que se decante por dar oxígeno a todas sus líneas.
Remiro es intocable, en la defensa Traoré seguirá en la derecha, con Aihen en la izquierda, sin descartar la entrada de Aritz o Pacheco o incluso de los dos. En la medular, resulta complicado tocar el triángulo mágico que forman Zubimendi, Merino y Brais, aunque Turrientes cuente con muchas opciones de dar oxígeno a alguno de los dos últimos. Y arriba, Cho y Carlos también se presentan a la cita con opciones de regresar al once, con Oyarzabal, y nada más y nada menos que Barrenetxea y Kubo a la espera. No hay que olvidar que después de enfrentarse al Salzburgo el equipo tendrá cuatro días hasta su visita al Metropolitano. Un periodo suficiente y necesario para relamerse las heridas y cargas las pilas.
La Real Sociedad ya está en Salzburgo
Mikel Recalde