Roberto Olabe, con Zakharyan a la llegada del ruso a Donostia, en agosto.
Javier Colmenero
La comparecencia de Roberto Olabe, estratégicamente situada en el día después al cierre del mercado invernal, sirvió al director de fútbol de la Real Sociedad para analizar lo acontecido durante el último mes en materia de fichajes. El vitoriano, a la hora de repasar los nombres propios que salieron a colación, analizó las incorporaciones de Sheraldo Becker y Javi Galán, así como la salida de Mohamed-Ali Cho. Después, el director de fútbol txuri-urdin fue igualmente cuestionado por la aportación de los fichajes realizados el pasado verano, desde entonces hasta aquí, pero con su respuesta no quiso referirse de forma individualizada al rendimiento de estos futbolistas.
“Los refuerzos se manejan en este club de una forma súper transversal, con participación de mucha gente en la toma de decisión a la hora de firmar a un jugador. A partir de ahí, los rendimientos hay que valorarlos a través del tiempo. A mí me cuesta hablar solo de un jugador y de su aportación. Para hacerlo, hay que contextualizarlo todo: el juego que se practica aquí, las características del futbolista… En líneas generales, diría que todavía podemos explotar mejor el rendimiento de los fichajes del último verano. Pero entiendo que no es justo ir uno por uno hablando ahora de su aportación, porque aquí no entendemos el fichaje como una herramienta de mejora inmediata”, expuso Roberto Olabe.
Preguntado luego por posibles movimientos de salida que se hayan producido en las últimas semanas, el vitoriano reconoció que a las oficinas de Anoeta ha llegado el interés de otros clubes por algunos futbolistas importantes, durante el recién concluido mercado invernal. “El teléfono suena y te preguntan. Pero ninguna de esas llamadas se ha traducido luego en oferta en firme”. Olabe se felicitó a continuación de la capacidad que tiene ahora mismo el proyecto para frenar por sí solo este tipo de tentativas. “En cualquier caso, lo mejor que nos puede pasar es que estas cosas las paramos nosotros mismos. Cuando un jugador piensa que se quiere ir, es que ya se ha ido en realidad. Si en cambio son ellos quienes se quieren quedar aquí, te aportan así la mayor tranquilidad. Ahí está el caso de Ander Barrenetxea, que ha renovado hasta 2030 sin ni siquiera saber hasta dónde puede llegar su rendimiento”.