Tuvo todo el sentido del mundo la reflexión de Imanol sobre las celebraciones de su hijo y sobre el sufrimiento de parte de la afición ante la posibilidad de perder la cuarta plaza. Si uno toma un poco de perspectiva y analiza con frialdad el momento que atraviesa la Real Sociedad, como equipo, como club y como proyecto, no parece muy lógico mirar a este tramo final de Liga desde la preocupación, atendiendo más al retrovisor que al precioso objetivo que tenemos delante. Sin embargo, y aunque comparto al 100% la teoría expuesta por el míster, reconozco sin tapujos que a mí me cuesta ponerla en práctica luego. Al fin y al cabo, estamos hablando de algo que trasciende el fútbol y el deporte, y que atiende simplemente a la psicología humana: cuando alguien siente que tiene algo muy valioso entre manos, el miedo a perderlo suele imponerse a la posibilidad de disfrutarlo. Nos pasa con nuestro equipo. Y a muchos les sucede igualmente con la familia, con el trabajo o, en líneas generales, con su calidad de vida. Aquello de que no apreciamos realmente todas las cosas buenas que nos pasan significa una verdad como un templo.
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