Resulta imposible mirar a este Valencia desde tierras guipuzcoanas y no compararlo ipso facto con aquella Real Sociedad de la Ley Concursal cuyos canteranos dieron el do de pecho para reflotar el club. La entidad che no ha caído al pozo de Segunda División, cosa que sí sucedió en su día con la txuri-urdin. Y la situación institucional a orillas del Turia tampoco ha implicado la intervención de administradores externos, como en Anoeta allá por 2008. Sin embargo, ambas historias presentan sus paralelismos, pues apuntaron y apuntan a estructuras sin capacidad para acometer fichajes (Lim ya no invierte) y obligadas a mirar a la base para que los jóvenes saquen las castañas del fuego. Los chavales siempre responden. Al menos los de Zubieta y los de Paterna.
Fran Pérez, Diego López, Javi Guerra… Lo de este último, un centrocampista de quilates, está empezando a ponerse muy serio, por nivel y por potencial. Pero la nómina de futbolistas de la casa, que no acaba ahí, significa una lista de nombres propios que aún no llama la atención del gran público, circunstancia cada vez más injusta. Hablamos de los jugadores que ahuyentaron al fantasma del descenso durante la pasada primavera. Y hablamos también de los jugadores que ahora, ya sin Edinson Cavani (Boca Juniors), Samu Lino (Atlético de Madrid), Justin Kluivert (Bournemouth), Nico González (Oporto), Yunus Musah (Milan) o Samu Castillejo (Sassuolo), están liderando un más que positivo arranque liguero para la escuadra de Rubén Baraja.
Funcionan
Tiene mucho mérito lo del técnico vallisoletano, pues ha convertido una peor plantilla en un mejor equipo. A peso, por nivel y por valor de mercado, el sumatorio de calidad en el vestuario valencianista resulta inferior al del pasado curso. Sin embargo, esto del fútbol no funciona a base de coleccionar cromos, y sí de trabajar una idea reconocible y competitiva con los efectivos de los que dispongas, requisito que se cumple ahora en la formación de Mestalla. Baraja viene apostando por un 4-3-3 cuyo pivote, Pepelu (incorporado este verano desde el Levante), apenas interviene en la elaboración. No se arriesgan balones interiores. El juego directo por ambas bandas significa el arma principal para atacar, con los dos volantes (Javi Guerra en izquierda y Almeida en derecha) escorándose muy a menudo. Y, en defensa, el salto del portugués a primera línea pasa a dibujar un 4-4-2 de medular estrecha que da prioridad a tapar dentro. La fórmula está resultando.
El mencionado mérito y los buenos resultados (diez puntos sumados de 18 posibles) no son óbice para que el juego del equipo presente también tintes muy realistas. Realistas de realidad. La plantilla, repetimos, ha perdido a futbolistas importantes, y el nuevo perfil de la misma ha redundado en un Valencia de mínimos, efectivo pero de mínimos. Está correspondiendo a sus rivales llevar el peso de los partidos. Y la formación de Baraja viene encarando este panorama con mucha paciencia, trabajando en defensa y confiando en un plan ofensivo que sitúa el foco sobre la banda izquierda de Gayá, Javi Guerra y el extremo al que le toque jugar. Baja para pedirla este último, rompe Guerra en diagonal… El movimiento ya condiciona a muchos rivales.
¿Y atrás? Están jugando como centrales Diakhaby y Cristhian Mosquera, un joven zaguero (2004) de padres colombianos y nacido en Alicante que resulta tan llamativo en lo físico como irregular en sus acciones, capaz de lo mejor y de lo peor. En los dos últimos partidos, Atlético de Madrid y Almería han buscado sacar a ambos de sitio atrayendo por fuera a los laterales Correia y Gayá y sirviendo a la espalda de estos, una zona en la que al Valencia se le puede pinchar pero que, de momento, consiguen suturar los de Baraja a trancas y a barrancas. Si la Real se muestra agresiva a la hora de atacarla, hará daño seguro.
SUFREN CON LOS CENTROS LATERALES
Los partidos de Valencia y Real en la pasada jornada evidenciaron que, ahora mismo, ambos equipos resultan vulnerables a la hora de defender centros laterales. Los txuri-urdin recibieron así dos goles del Getafe, y bien pudieron encajar un tercero de Damián Suárez tras saque de banda en largo de los azulones. El cuadro che, mientras, concedió en Almería un buen número de remates, pese a los 1,92 (Diakhaby) y 1,91 (Mosquera) de estatura de su pareja de centrales. El meta Mamardashvili apagó los incendios (2-2 final).