El factor social y familiar en la historia de la familia de Aiako Txikia destaca sobremanera sobre todos los demás. Sin embargo, tomar parte en una Behobia-San Sebastián implica también un componente logístico y deportivo que no conviene perder de vista. El punto de partida de todo este asunto residió en su día, por ejemplo, en formalizar inscripciones dentro de un contexto de gran demanda, con los dorsales agotándose a las pocas horas de salir a la venta. “Muchos pudimos apuntarnos aquel día. Como luego fue sumándose más gente, escribimos a la organización, les explicamos nuestra iniciativa y nos ayudaron, cosa que les agradecemos desde aquí”, relata Jon Mikel Irigoras.
Todos los integrantes del grupo cuentan con dorsales blancos, los de los corredores a priori más lentos, y además se encuentran repartidos entre distintos pelotones de salida. “Nuestra intención era juntarnos en la zona de Behobia y hacernos una foto conjunta, pero será difícil. Sabemos que hay mucha gente allí y nosotros, además de tener distintas horas de inicio, vamos desde distintos puntos de Gipuzkoa”. Como resulta lógico una vez explicado esto, la familia no correrá unida. “Qué va, qué va, cada uno a su ritmo. Pero sí que tenemos previsto comer luego todos, en una sidrería en Aginaga. Entre participantes, familiares y demás nos juntaremos unos 75. Me hace una ilusión terrible porque nos reuniremos cuatro generaciones distintas. Desde hijos de Aiako Txikia, que ya no están para correr, hasta tataranietos, porque algunos de mis primos más mayores ya son abuelos”.
Ambiente especial
La ilusión de Jon Mikel es compartida por la familia, hasta el punto de que alguno bromea con la no suspensión, bajo ningún concepto, de la comida en Aginaga. “Mi hermano, que no correrá, me dijo el otro día que ya puede quedarse alguno en el hospital, que lo de la sidrería no se suspende”. Lo cierto es que el ambiente allí resultará especial, por lo que implica el acto y también porque este se verá inundado de esas endorfinas que libera el deporte, más allá de objetivos logrados o no conseguidos. “A ver… Lo primero es lo primero, pero todo el mundo tiene su orgullo. Todo el mundo es competitivo”.
Irigoras se ha marcado como meta terminar “con un minuto más por año respecto a la edad con la que corrió mi abuelo”. “Él ganó con un tiempo de 1h14 teniendo 22 años. Yo ahora tengo 53, así que me correspondería hacer 1h45. No es algo que me quite el sueño, pero…”. Un biznieto de Aiako Txikia, mientras, se ha marcado el reto de calcar el tiempo de este, la mencionada 1h14. “Es un chaval deportista que anda corriendo carreras de montaña. Lo que pasa es que, como comentábamos, tiene dorsal de color blanco. Él ya se veía bastante al límite para correr en esas marcas con circunstancias normales. Pero saliendo desde atrás y teniendo que remontar a tanta gente se le hará muy difícil”.
La suerte está echada y ya sólo queda esperar a que llegue el gran día, con la seguridad de que, pase lo que pase en lo deportivo, la experiencia resultará positiva. “A ver si nos respeta la lluvia. Yo soy nuevo en esto, pero ya me han dicho que esté en la zona de salida desde dos horas antes, que aquello es un mundo y que también se puede disfrutar mucho. Espero hacerlo, pero si toca reguardarse para no mojarnos y pasar frío será más complicado”, concluye Jon Mikel Irigoras.