Yon Álvarez, un donostiarra en la corte de Flick

El mensaje de un hombre de fútbol llegó mientras el Barcelona se enfrentaba al Young Boys: “El chico que está al lado del banquillo de Flick es Yon Álvarez, hijo del mítico Diego, del equipo campeón. Creo que es fisioterapeuta”. Un donostiarra en la corte de Hans Flick. Y no uno cualquiera. Un apellido ilustre en la leyenda txuri-urdin con label de Zubieta.

La historia de Yon Álvarez (43 años), el hijo pequeño de Diego que formó esa media inmortal y gloriosa junto a Periko Alonso y Zamora, es la de un sueño roto reconducido por los libros. “Estudia y fórmate, que nunca sabes lo que puede pasar el día de mañana” es probablemente el mejor consejo que le ha dado un aita que siempre siguió muy de cerca su carrera futbolística truncada por una lesión y, lo que es más importante, su vida.

Compañero de Xabi Alonso, Arteta, Iraola, Aduriz…

Yon comenzó a dar patadas a un balón en la playa de La Concha, con la ikastola Ibai. No tardó en llamar la atención del Antiguoko, que le incorporó a un equipo de locos, en el que coincidió con Arteta, Xabi Alonso, Aduriz, Iraola… Cuando estaban a punto de subirse al autobús para recalar en el Athletic (por aquel entonces ya era convenido suyo), junto a Arteta y Yanguas, recibieron una llamada del Barcelona, que les hizo una prueba y no tardó en comunicarles que se quedaba con los tres. 

Yon era juvenil B y sus compañeros cadetes. En 1996 se instalaron en La Masía, donde coincidieron con Iniesta, Valdés, Reina, Trashorras, Mario Rosas…, con los que aún todavía mantiene el contacto. Eran como una piña en la que se incluían a los trabajadores de las instalaciones. Años en los que estás obligado a madurar deprisa lejos de las familias. Después de acabar su etapa juvenil se vio obligado a hacer las maletas y recaló en el Racing de Santander donde le entrenó Manolo Preciado, una de esas personas que le marcó. Luego pasó por el Orense hasta regresar a Catalunya para competir en Segunda B y Tercera.

Jugaba de extremo, en la banda derecha, como su aita. En el Barcelona retrasaron su posición, aunque luego en el Racing volvió a jugar por delante. Los que conocen a los dos dicen que el hijo tenía otro estilo, que era algo más rápido pero menos técnico.

Regresó al Barcelona de prácticas

En su último año de carrera hizo las prácticas en el Barcelona, una casa que conocía bien, y cuando acabó los estudios le llamaron para incorporarse al organigrama médico culé. Una lesión de rodilla condicionó mucho su retirada del fútbol muy joven, pero, como es lógico, tampoco quiso forzar mucho para poder dedicarse en plenas facultades a la fisioterapia.

Su fecha de regreso al club fue en 2005. Tras pasar por todas las categorías del fútbol base, vio que se le daba muy bien trabajar con el balón. Aprovechando su experiencia como exjugador se fue preparando y orientando más hacia la recuperación y la preparación física y la metodología de entrenamiento. Aplicado estudiante, sacó también INEF y ya le orientaron más hacia la recuperación y se fue alejando de la fisioterapia. 

Desde 2010 ejerce más de readaptador que en la camilla porque entiende que ahora puede ejercer esta tarea con más criterio siendo sus vivencias de gran utilidad en la recuperación con los lesionados, más en un club en el que todo gira en torno la pelota. 

En el Barcelona B coincidió con Eusebio, otro técnico que le impresionó y al que profesa un gran cariño. Después Tito Vilanova le subió al primer equipo, donde se mantuvo el año del Tata Martino. Al acabar se convirtió en el responsable del B, de los equipos juveniles, del femenino y hasta del fútbol sala, hasta que Xavi Hernández le volvió a subir cuando tomó las riendas del primer equipo y ya va por su sexta temporada.

Flick confía plenamente en su trabajo. Al parecer, el alemán se ha ganado a todo el mundo al ser una persona muy integradora, muy seria, muy educado.

Socio en Atocha y en Anoeta

Yon nunca ha perdido de vista a la Real. Fue socio en Atocha y en Anoeta y siempre tiene puesto un ojo en el equipo txuri-urdin. Dicen que cuando acaba su labor siempre pregunta por lo que ha hecho el equipo de su tierra.

No todos tienen un aita que ha marcado un gol en una semifinal de la Copa de Europa con el equipo de su tierra. Algo que le sigue emocionando a su hijo cuando ve las imágenes de la noche de Hamburgo, donde les robaron el pase a la final. 

Yon está encantado de cómo le van y de cómo están haciendo las cosas en la Real y no descarta regresar algún día a sus orígenes con su mujer y sus dos hijas. Cómo suele decir su aita: “Quién sabe, no estaría mal…”.

source

Noticias destacadas